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ADAM JEPPESEN en Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry (MACA)

Regresé a la muestra que se está llevando a cabo en el Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry (MACA), de este artista extranjero quien me recibió amablemente para charlar sobre su obra.

Adam Jeppesen nació en Dinamarca en 1978 y hace tres años, acompañado por su esposa argentina, recaló en el Río de la Plata.

Divide el año entre su casa en Manantiales donde vive con su familia, y sus viajes a Europa, donde también trabaja atento a sus compromisos laborales, creando, exponiendo y atendiendo las galerías de arte que le representan.

Se trata de un destacado artista autodidacta que comenzó a transitar dentro del ámbito artístico a partir de la fotografía, proceso del cual aún se nutre para lograr algunos de sus procesos creativos.

Su muestra titulada “Al paso de la lumbre” ocupa las salas del edificio fundacional del MACA.

En algunas obras contó con la colaboración del reconocido diseñador de muebles Kim Dolva quien viajó invitado por el artista.

Luego de una larga charla donde fui descubriendo su amabilidad y calidez, fuimos recorriendo sala por sala analizando sus diferentes propuestas.

Para esta muestra, Jeppesen presentó cuatro conjuntos de obras alienadas en una temática común que conducen al espectador hacia el mismo concepto aunque a través de diferentes formatos.

La muestra comulga con la filosofía Wabi-Sabi, estética japonesa que encuentra la belleza en la imperfección así como en la fugacidad de los hechos.

Asimismo Jeppesen lleva a cabo sus piezas a partir de la práctica del budismo, aspecto que podría incorporar dentro de otro formato de obra a través del registro del video arte y que resultaría muy interesante, pues las obras no solo son el resultado sino que también abarcan el proceso creativo.

Junto con Kim Dolva preparó las maderas, materia prima de algunas de sus obras, las cuales fueron sometidas a un proceso previo donde fueron quemadas.

Esta práctica la llevaron a cabo haciendo uso de la técnica japonesa Yakisugi, la cual data desde el siglo XVI que se usa para generar una mayor duración de la maderas aplicadas en la construcción de hogares, protegiéndolas asimismo contra la humedad.

De esta forma, Jeppesen ocupa tres de las cuatro salas con obras elaboradas con maderas sometidas bajo esta técnica.

A modo de deconstrucción escultórica, el artista sacraliza tótems previamente tallados que exhibe en cápsulas de cristal.

Para Jeppesen la incidencia de la luz es un factor vital, elemento con el cual se vale para lograr impactar al espectador.

Ninguna de sus obras tienen título alguno, factor que obligan al espectador a un mayor ejercicio a la hora de su abordaje.

Este grupo escultórico está muy bien logrado en la sala inicial donde el color de las paredes negras y el oscurecimiento del ambiente junto a unos artefactos de luz logran el impacto buscado.

Sin embargo en las otras dos salas el resultado no es el mismo a pesar de tratarse de excelentes obras.

La pieza que mayor impacta por la forma así como por los elementos que la componen, está contaminada por los elementos que ingresan por los grandes ventanales que no permiten potenciar el efecto buscado.

Se trata de un gran trozo de madera, tallado y quemado, que irrumpe sobre un piso de arena dejando una gran estela.

La pieza está cubierta por una cúpula de cristal y a pesar de la quietud de la misma se puede percibir un gran movimiento generado por la huella en la arena.

La misma debería de haber estado iluminada también por un artefacto igual que los tótems, aunque por falta de recursos necesarios, el MACA no se lo propició.

De esta manera la obra no consigue cumplir con el efecto propuesto por el artista convirtiéndose en otra obra totalmente distinta.

La sala tercera es donde la puesta en escena de las obras tampoco logra una eficiencia en la comprensión de las mismas.

En esta sala comulgan tres grupos escultóricos que nada tienen que ver unos con otros, creando una suerte de instalación que no funciona como tal.

Por un lado, en el centro de la sala se ubica una gran plataforma con una escalera caracol que conduce el infinito, siempre bajo la técnica Yakisugi.

Cabe decir que la presencia del infinito es una constante en la obra de Jeppesen que también se percibe en el uso de la arena.

En las paredes cuelgan cuatro fotografías pilares de la obra inicial de Jeppesen, donde apenas se perciben imágenes entre retratos y formas abstractas.

Estas obras de pequeño formato, sumamente efectivas en su concepción y mensaje, se diluyen en la inmensidad de la sala y también frente a la majestuosa obra central de la escalera, conduciendo a la incomprensión del espectador.

Estas fotografías se encuentran alineadas con las obras de Mark Rohtko así como con los videos de Bill Viola, invitando al espectador a adentrarse en ellas.

A medida que nos vamos acercando, estas fotografías difuminadas van perdiendo el concepto figurativo percibido inicialmente conduciéndonos a habitar un espacio abstracto que nos hace suyos de forma muy particular y efectiva.

Una pena pues deberían de haber sido colgadas en una sala especial, bajando las luces del ambiente para lograr el vínculo espiritual acorde.

En la misma sala asimismo se ubica una obra de dimensiones reducidas pero con un gran impacto visual y conceptual.

La misma está concebida a partir de haber tensado una fotografía previamente arrugada, con hilos que la sujetan de los lados de una cubo de metal. Esta fotografía ha sido revelada bajo la técnica llamada cianotipia la cual consiste en un proceso de copiado de negativos generando como resultado imágenes fotográficas en color azul.

Este cubo luego fue introducido en una pecera con aceite el cual le propicia una consistencia facilitándole la sensación de flotar en el aire.

Por otro lado, a pesar de tratarse de un cubo con sus cuatro lados de las mismas medidas, el líquido actúa generando distintas dimensiones frente a la mirada del espectador quien acaba confundido. Asimismo el líquido propicia una suerte de espejos que una vez más atrapan la curiosidad del espectador.

Es una obra magistral que también requeriría una sala especial, amén de una pedestal acorde y no como el que tiene intervenido por la técnica Yakisugi que nada aporta, distrayendo el foco fundamental de la obra.

Esta concepción escultórica, careciendo del elemento agua, fue la que Jeppesen presentó en una construcción abandonada en la reciente edición de Campo ArtFest celebrada en Pueblo Garzón.

Por último la cuarta sala de mayor dimensión alberga una gran instalación compuesta por decenas de cubos de arena realizados a partir de un molde usado por los niños en la playa.

Sutilmente, Jeppesen se ocupa de que no todas las formas estén compuestas por la misma cantidad de arena creando algunos imperfectos, dando la sensación de que la arena se ha ido cayendo, más allá de que están armados con una estructura firme y endurecida.

Una de las posibles lecturas puede ser la de aludir a la desintegración de aparentes firmes estructuras históricas, afectadas por el paso del tiempo o por diferentes posturas analíticas.

Dentro del concepto budista con la cual el artista creó la obra, la sala debería de propiciar un entorno acorde para su mejor asimilación.

Hubiera sido oportuno haber anulado una puerta lateral por donde se cuela parte del parque que rodea la sala, bajar las luces y facilitar bancos para propiciar una atenta reflexión en los espectadores, amén de quitar una serie de elementos de seguridad ajenos a la sala que entorpecen la comprensión de la propuesta.

En definitiva, se trata de una gran propuesta creativa de un renombrado artista que no ha estado resuelta con el grado de profesionalismo acorde a un museo o espacio de arte destinado a la difusión artística.

Una pena, tratándose de una fundación con recursos la cual tiende a ocupar un destacado lugar dentro del ámbito nacional.

Estos detalles que ya hemos visto en otras muestras anteriores, socavan la imagen que esta fundación debería de perseguir máxime aún contando con la experiencia internacional tanto en Europa como en Estados Unidos.

De esta forma no solo se tergiversan las propuestas sino que también se desaniman a los artistas.

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