Los 150 años de Joaquín Torres García, el artista viajero que dio vuelta el mapa y hoy sería un “influencer”

“Nuestro norte es el Sur”, manifestó uno de los más célebres exponentes del arte latinoamericano, cuya vida y obra será motivo de varios homenajes a los dos lados del río; este viernes el MACA abre la temporada en Punta del Este con una gran exposición, “El descubrimiento de sí mismo”


Este 2024 se cumplirán 150 años del nacimiento del maestro uruguayo Joaquín Torres García y este viernes 5 de enero se inicia, entonces, una temporada de homenajes, con la inauguración de la exposición El descubrimiento de sí mismo, dedicada al artista, padre del Universalismo Constructivo, y curada por Aimé Iglesias Lukin y Cecilia Rabossi, en el Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry (MACA), en Punta del Este. Las celebraciones continuarán durante todo el año en ambos lados del Río de la Plata.

Torres García es probablemente uno de los artistas más célebres del arte moderno latinoamericano, participando de las primeras vanguardias de abstracción en Europa y proponiendo al universalismo constructivo como un movimiento artístico original en su famosa manifestación de que «nuestro norte es el Sur»”, sostienen Iglesias Lukin y Rabossi en el texto de su autoría que puede leerse en catálogo de la muestra. “Aparte de su trabajo en el campo de la pintura y las artes visuales, reflexionó y escribió desde siempre. Desde temprano le interesaron también la pedagogía, la enseñanza, y el vínculo con los otros, mostrando su inclinación a la conformación de grupos a lo largo de su vida”, comenta Cecilia Rabossi, en conversación con LA NACION.

De padre catalán y madre uruguaya, Joaquín Torres García nació el 28 de julio de 1874 en Montevideo y falleció el 8 de agosto de 1949 en la misma ciudad, a los 75 años. Creció en las afueras de esa capital, donde se formó de manera autodidacta hasta 1891, cuando emigró con toda su familia a Barcelona. Este primer viaje fue el puntapié de muchos otros que lo acompañaron más de la mitad de su vida, antes de emprender el retorno a su tierra natal, donde sellaría el legado visual e intelectual que lo haría trascender como una personalidad de suma relevancia para la historia del arte, uruguaya, latinoamericana y mundial. El título de la muestra, El descubrimiento de sí mismo, que alude al libro homónimo de Torres García publicado en 1917, remite a esos recorridos que fueron forjándolo: “Trabajamos con estos itinerarios que él realizó a lo largo de su vida. Con los movimientos por estas grandes urbes fue construyendo su lenguaje”—completa la curadora Rabossi—. Hay un descubrimiento en esos trayectos. Junto a los distintos grupos con los que interactuó, se dio una búsqueda que se concretó finalmente en el movimiento que fundó”.

El viaje del artista

Es interesante contextualizar el momento de su desembarco en Barcelona. Hacia finales del siglo XIX, el arte moderno ya latía en las artes plásticas europeas, anticipando la efervescencia que viviría la escena con el surgimiento de las primeras vanguardias de principios del siglo XX.

Entre 1906 y 1915, Torres García desarrolla en suelo catalán lo que se conoció como su etapa de Arte Mediterráneo, apelando a una cierta estética de la antigüedad clásica, pero “con una simplicidad que no busca exhibir la destreza del dibujo académico ni el embellecimiento idealizado de los cuerpos —señala la Fundación Torres García en su página web— y con un color mitigado que lo aleja de la tradición pictórica dominante desde el renacimiento”.

A partir de 1916, su obra se vuelca a la representación de la ciudad moderna. Paisajes de París, Bruselas, Barcelona y Nueva York quedaron representadas en sus piezas. Y también fragmentos de esas urbes, con sus personajes, emblemas y ritmos, tales como autos, edificios, trenes y hasta el Central Park.

En 1917 sucede un hito cuando publica el libro El descubrimiento de sí mismo, con una peculiaridad: “En la tinta de la tapa usa ortogonales para estructurar los elementos que componen la obra. Uno podría decir que ahí está el germen de lo que después va a desarrollar”, dice Rabossi, refiriéndose al Universalismo Constructivo.

El mismo año se suma una pieza clave al rompecabezas de este retrato, cuando comienza a construir juguetes pedagógicos de madera pintados. Hizo animales, figuras humanas, autos, locomotoras. En 1920, el artista decide establecerse en la Gran Manzana, donde entre otras cosas se dedica a producir estos juguetes en serie y montar una empresa, aunque sin éxito. La impronta neoyorquina nutre su estética, al punto tal de llegar a vestirse él mismo de ciudad: “Hay una fotografía suya de 1921, en un baile en la Sociedad de Artistas Independientes en Nueva York, en la que aparece disfrazado de Nueva York. Es un mameluco con dibujos de las principales arterias, y edificios de la ciudad, como si el edificio estuviera bailando en el traje del pintor”.

A mediados de 1920, Torres García vuelve a Europa, se instala en París y se integra con grupos de vanguardia, relacionándose con referentes como Mondrian, Van Doesburg, Hans Arp, Jacques Lipchitz y Seuphor, entre otros, con quienes forma el grupo Cercle et Carré -Círculo y cuadrado-, regido por la idea de construcción, del cual finalmente se separa. “El movimiento surge un poco en respuesta al surrealismo que estaba imperante en esa década. Buscaban recuperar la abstracción frente al surrealismo. Pero él empieza a cuestionar el purismo del movimiento, porque quiere incorporar en esas tramas símbolos y otros elementos”, dice Rabossi.

El regreso

En 1934, y tras más de cuarenta años de viajes por el mundo, el uruguayo regresa definitivamente a Montevideo. Es entonces cuando funda su movimiento el Universalismo Constructivo, definiendo un modo propio de entender el arte y la vida. “En esta nueva propuesta artística, sus símbolos se distribuyen dentro de una estructura regida por la sección áurea”, explican las curadoras en el texto. “Es un lenguaje desde lo geométrico, vinculado con cierta simbología, como el reloj o el pez”, agrega Rabossi. “El escenario en Montevideo era más académico. Él viene con algo que rompe con lo establecido del canon, con esa pintura figurativa, representativa, naturalista, donde se enseñaba la pintura representativa”, remata.

“Para Uruguay su llegada fue totalmente revolucionaria y cambió para siempre el mundo intelectual de nuestro país. Yo creo que también se mezcla esa faceta además de artista, de divulgador, una especie de influencer. Fue una persona que dictó cientos y cientos y cientos de conferencias; formaba grupos; insistía en que se transmitiera una concepción ética y filosófica del arte complementa a LA NACION Leonardo Noguez, director artístico de MACA.

Ese mismo año, Torres escribe la lección La Escuela del Sur. Curso para formación de la consciencia artística, una mirada puesta en un arte netamente latinoamericano, en donde incluye su famoso dibujo del mapa invertido de Sudamérica, relacionado a su postulado de “Nuestro Norte es el Sur”, proclamando la necesidad de formar una escuela de arte en Uruguay. Con esta acción, explican las curadoras, hace una crítica a la hegemonía cultural de Europa y propone otras lecturas de lo universal desde lo local, marcando una nueva concepción del arte.

“Creo que Joaquín Torres García marcó un antes y un después en la historia del arte uruguayo y latinoamericano y de alguna manera también global; es uno de los artistas más importantes de las vanguardias modernas en el mundo. Realmente habilita un campo de pensar la abstracción y una síntesis constructiva de símbolos universales, que es una propuesta bastante única y muy original. Y no solamente porque resignificaron los sistemas del arte o la representación, propio de las vanguardias. Fue incluso más allá porque planteó una posibilidad de repensar la imagen y la cultura desde un lugar específico, desde el sur”, dice Aimé Iglesias Lukin.

En 1944, publica el libro, Universalismo Constructivo, donde recopila 150 conferencias impartidas.

Esta exhibición es el puntapié de un año que promete importantes homenajes en Uruguay, con exposiciones en el Museo Torres García; en el Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV); en el Museo Juan José Blanes y en el Museo Fígari. Argentina se sumará a los festejos con una muestra en el Museo Nacional de Bellas Artes.

Para agendar

Joaquín Torres García. El descubrimiento de sí mismo se inaugurará el viernes 5 de enero, a las 18, en el Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry (MACA), Ruta 104, Km 4,5, Manantiales. Podrá visitarse todos los días, de 12 a 20, hasta el 31 de marzo. Entrada libre y gratuita.

Además, el mismo viernes, a las 20, se estrenará en el anfiteatro del MACA el documental Los hijos de la Montaña, con la dirección de Mercedes Sader, que revelará la vida y obra de Pablo Atchugarry.

Lucía Vázquez Ger

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