Uruguay inicia la celebración por los 150 años del nacimiento de Joaquín Torres García
La muestra “El descubrimiento de sí mismo” en el Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry (MACA) de Manantiales, es la primera actividad de la temporada de homenajes al relevante artista oriental
El Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry (MACA) de Manantiales, Uruguay, se convierte en el epicentro de la celebración con una muestra que reúne más de 150 obras representativas del legado del artista. Bajo el título Joaquín Torres García: El descubrimiento de sí mismo, la exposición esclarece los caminos creativos y geográficos que moldearon la vida y obra de este referente del arte moderno.
La muestra, ideada y curada por Aimé Iglesias Lukin y Cecilia Rabossi, destaca la trascendencia de Torres García en la evolución del pensamiento artístico, ofreciendo un enfoque innovador que trasciende la típica retrospectiva para adentrarse en la influencia de las ciudades en su arte y vida.
“Torres García es un artista que felizmente se ha leído mucho y para nosotras era importante proponer una lectura lo más distinta posible que complementara y sumara ideas sobre quién fue. Por eso no lo pensamos como una retrospectiva, sino que tomamos el tema de la ciudad”, expresó en esta línea Iglesias Lukin.
Enmarcada en el sesquicentenario del artista, nacido en Montevideo como hijo del matrimonio entre el catalán Joaquín Torres Fradera y la uruguaya María García Pérez, Rabossi explicó que la exposición, titulada Joaquín Torres García: El descubrimiento de sí mismo “va marcando” los itinerarios del célebre fundador de la Escuela del Sur.
Las obras, provenientes de colecciones privadas y públicas, se entrelazan sin vitrinas, permitiendo un diálogo entre acuarelas, manuscritos y libros, proporcionando una experiencia inmersiva que revela la profundidad de su legado artístico y cultural. Para quienes están familiarizados con su obra, dijo, permite “redescubrirlo desde un nuevo ángulo”, mientras que para quienes no lo conocen da pie a conocerlo “a partir de una selección de toda su producción” y de la mano de un recorrido que sigue el “periplo geográfico” que marcó su vida y su obra.
“Elegimos El descubrimiento de sí mismo, del libro homónimo de 1917, como título de la exposición porque es un momento donde hay un descubrimiento que nos permite mostrar los itinerarios tanto creativos como geográficos que el artista realizó y los mostramos a través de libros, manuscritos, collage, obras pictóricas, textos”, apuntaron los organizadores.
Alejandro Díaz, director del Museo Torres García, anticipa un año cargado de actividades en Uruguay y en escenarios internacionales como Argentina y España, con exposiciones, simposios y el estreno de un documental, Pax in Lucem, que honra la vigencia del legado de este maestro del constructivismo universal. Indicó que en Argentina habrá una exposición en el Museo de Bellas Artes de Buenos Aires y un simposio en la Universidad Nacional de Tres de Febrero, mientras que en España habrá una muestra en la Sala Parés de Barcelona y están en ciernes actividades en el Museo Reina Sofía y la Casa de las Américas de Madrid.
Joaquín Torres García (1874-1949), producto de una interesante mezcla de herencia catalana y uruguaya, creció rodeado de libertad en las afueras de Montevideo. A pesar de provenir de una familia de comerciantes y carpinteros, su vocación por el arte era innata y excepcional en ese entorno. Convencido de su destino como pintor, persuadió a su padre para trasladarse con la familia a Barcelona en 1891. En Barcelona, la conexión con sus ancestros lo sorprendió y marcó profundamente, inculcándole un profundo respeto por la antigua cultura mediterránea. Aunque inició una formación artística académica, pronto retomó su camino autodidacta, trabajando como ilustrador para sustentarse.
Desde sus inicios, Torres García rechazó la pintura realista, orientándose hacia la creación de una realidad propia. Durante la primera década del siglo, su “Arte Mediterráneo” fusionó la antigüedad clásica con una estética moderna, destacando por su estructura sólida y un enfoque plano y sintético. Abocado al arte mural, embelleció iglesias, casas y edificios públicos. El año 1916 trajo consigo una transformación vital y artística, conocida como “la crisis del 17″. Las calles, la gente y la vida urbana se convirtieron en el epicentro de su obra, conectándose con artistas de vanguardia. En 1920, se trasladó a Nueva York, introduciendo elementos tipográficos y gráficos en su obra, reflejando el pulso de la moderna metrópolis.
Al llegar a París en 1926, Torres García se sumergió por completo en las vanguardias, fundando el grupo “Cercle et Carré”. Sus obras constructivas estructuraron el espacio plástico con líneas ortogonales basadas en la sección áurea, buscando un equilibrio entre razón e intuición, entre lo universal y lo personal. En 1934, regresó a Montevideo con la intención de generar un movimiento artístico basado en el Universalismo Constructivo, que iba más allá de lo estético para ser una forma de vida. Fundó la Asociación de Arte Constructivo y consolidó el Taller Torres García, impartiendo conferencias, editando revistas y libros, y siendo mentor de una nueva generación de pintores. A su muerte en 1949, su legado como guía y maestro perduró entre los jóvenes artistas.
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